Músico cuarentón tocando la guitarra eléctrica en los pasillos del metro, acompañado por la música de fondo que emerge de un radiocasete del siglo veinte.
Pareja con un niño de tres años que da a este una moneda para que la entregue al músico por su buen hacer.
Niño, orgulloso de la tarea encomendada, se acerca a la gorra recaudadora de monedas y coloca con cuidado la que sus padres le han dado.
El músico para de tocar repentinamente, sonríe al pequeño y le persigue un par de pasos hasta estrechar su mano.
El niño, alucinado por semejante honor, se yergue cuanto puede y muestra una sonrisa inacabable. El señor músico, ese artista, ha parado de tocar solo para estrecharle la mano a él, solo a él.
Los testigos de la escena en ese pasillo del metro sonríen enternecidos, incluido el músico.
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