Sean del color que fueren, se nos antojan blancas, anodinas, temibles y de un ensordecedor silencio que quiebra nuestro Sistema Nervioso Central.
Salas de espera de hospital, de una entrevista de trabajo, del dentista o de un examen final; todas, diferencialmente iguales.
Nos llenan de angustia y desazón, nos someten y nos ponen a prueba pero en el fondo, en algún rinconcillo, nos reservan un espacio para la esperanza. Y ahí intentamos refugiarnos mientras no nos toque el turno de pasar a la siguiente sala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantaría leer tus comentarios.