Ya no recuerdo sobre qué iba a escribir. Ah, sí, sobre una amiga de una amiga de una amiga (y no sigo por no llegar a los seis grados de separación, que luego la gente ata cabos y la cosa se complica con cosas de mal llevar).
Bueno, pues esta amiga de amiga de amiga está cansada. Y cómo no va a estarlo. Si es que ha entrado en un bucle de seducción agotador y, como no le gustan los pasteles, la expresión «a nadie le amarga un dulce» la ha focalizado en una única tipología de producto.
Comprar y vender, damas y caballeros. Es la economía del libre mercado. Pasen y vean. Vean y compren. Y si no quedan satisfechos... les deseamos mejor suerte la próxima vez.
Y aun así, la mujer sigue con sus dulces, a pesar de que alguno se le indigeste un poco o añore el sabor de aquel con aromas de coco al jengibre. ¡Qué entereza, la de la amiga de la amiga de la amiga, oigan!
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