La escena se parte en dos mitades horizontales: en una, blancos molinos de viento cuyas aspas tocan sin descanso las amenazadoras y oscuras nubes grises; en la otra, campos trillados de un amarillo intenso, salpicados por escasos y verdes arbustos que rompen la uniformidad del color.
¡Quién supiera pintar...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantaría leer tus comentarios.