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viernes, 4 de agosto de 2017

En la terracita

Hace calor. Mucho calor. Tremendo calor.

Cuando llegas siento aún más calor. Ozú, qué calor me da cuando te veo.

Por suerte te marchas enseguida —sin que haya terminado de fundirme cual queso Cheddar—, cosa que coincide con que me han traído la cervecita salvadora que me guiña el ojo desde la bandeja.

Otro día quedamos dentro, ¿vale?

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