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viernes, 29 de enero de 2010

Añoranza

En un intento de recuperar aquellas lejanas y dulces sesiones de cine a altas horas de la madrugada, intento devorar alguno de los clásicos, cola y palomitas en mano, a eso de las 12 de la noche.
Con ilusión colegial, quito el celofán que precinta la película, comprada para la ocasión para dar un cierto aire ritual al momento. La introduzco en el aparato correspondiente, apago las luces y me acomodo en el sofá con la mayor sonrisa jamás vista por un televisor antiguo.
Acción.
Bogart me adentra en su bar, por allá aparece Ingrid Bergman, y la canción, esa canción...

Son las 3 de la mañana.
Las palomitas están esparcidas por el suelo, el vaso está lleno hasta arriba de cola sin gas y el viejo televisor me deslumbra con su mirada azul cian, acusador.

Me he dormido con una de las películas míticas del cine.
Estoy acabada. Una persona acabada... que lamentablemente se alimenta de sueño reparador y no de ilusión cinéfila.

Qué vergüenza... espero que nadie se entere.