La princesa soñaba con lugares encantados,
un príncipe encantador por siempre jamás
y animales mágicos y risueños.
El sueño se le acercó, la acarició y se fue.
Ha quedado emborronada
por la fortuna envolvente.
La princesa emborronada
pelea cual fiera callada y tenaz
se olvida de sí,
porque no hay quien le ayude a recordarse
La princesa añora
el aroma a suavizante tibio
de los pijamas recién planchados
y una mano de igual.
La princesa emborronada
se apena, se enfada, lucha,
no entiende, se vuelve un borrón
pero mira al frente y ve a su alma gatear
La princesa emborronada
no quiere serlo más,
la lucha la consume, la hastía,
a su espalda ve que su amor es un borrón.
La princesa ya no estará emborronada
La princesa se conoce fuerte
La princesa suelta lastre
y se lleva a su alma, que ya camina.
Adiós, borrón.
A las princesas
2005.