Coco vacío con su piel verde y fibrosa y su corazón blanco pero yermo.
Coco vacío de dulce néctar y de ideas extravagantes que plasmar en un día cualquiera.
En fin, probemos con el melón pero sin demasiadas esperanzas.
¿Cabeza de melón, dice aquel?
...
Pensándolo detenidamente: no, no es muy probable sacarle un jugo curioso y ameno al melón; todo lo más, una tajada que despierte con su frescor a las ideas que, al final, sí que habitaban en el coco ya no tan vacío.
Entonces, ¿aún hay esperanza?
Bueno, bueno, no hay que precipitarse. Está por ver la calidad del agua de coco.