Las ideas empiezan a surgir a borbotones, cual guiso olvidado en el fuego. Aparecen y revientan sin orden ni secuencia lógica.
«De una en una, por favor.»
«Formen una fila de a uno.»
Pero nada. Las ideas saltan, bailan y chillan para hacerse oír de tal manera que se hace imposible discernir entre buenas y malas, provocándose la consecuente jaqueca con aromas de frustración.
Quizás solo sea que tengo hambre, y comiendo se silencie esta mente rebosante de ruido.
Podría hacer un guiso o carne a la plancha o pasta o sopa o crema de verduras o un bocadillo de atún o un bocadillo de jamón o un bocadillo de queso o…
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