Hay días de esos en los que amaneces más sensible, esos en los que todo te hace llorar o te pone la carne de gallina. Entonces es cuando toca decidir cómo encararlos:
1. Como un día cualquiera, y así, cruzar los dedos y a ver qué pasa (eso aporta emoción, sin lugar a dudas).
2. Odiando al mundo y a una misma y recreándose en las emociones negativas (ello, bien llevado, ayuda a una cierta catarsis, pero recalco: bien llevado).
3. Haciendo cosas agradables que, sobredimensionadas, sean una pasada.
Hoy ha tocado la opción 3.
Excursión a un mirador fantástico de vistas inacabables, en un entorno cambiante de nubes variadas y simpáticas que pasaban por allí y que me han transportado incluso con los ojos cerrados. A la hora de descender, en la radio sonaba un aria de una ópera cuyo título desconozco. Sensación indescriptible de la que rezumaban lágrimas de placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encantaría leer tus comentarios.