Hoy está nublado como tantos otros días de otoño.
La peculiaridad de hoy, sin embargo, reside en que, para inaugurar la estación otoñal, las nubes se han mostrado con todo su esplendor:
Nubes relucientes y regordetas con un brillo inmaculado y cegador.
Nubes azuladas.
Nubes de un gris amenazador e implacable, que se tornan pálidas o rojizas, haciéndonos olvidar el agua que llevan en su vientre.
Nubes rosadas.
Nubes liláceas.
Nubes blanquecinas, hechas jirones como suspiros.
Nubes para fijar la vista y perderse en su belleza optimista.
No importará si acaba lloviendo, hoy no.