No hace demasiado me encontré con una desalentadora noticia.
Seguro que casi todo el mundo se habrá dado cuenta antes, pero yo me enteré el otro día, qué se le va a hacer.
Se trata del gusto de la humanidad por el descanso mental. Es decir: no nos gusta -es más: nos cansa - pensar por nosotros mismos. Una pena, a mi entender, ay, no, que no debo pensar, es verdad, se me había olvidado. Mis disculpas, pues yo también quisiera unirme a esta moda (¿nueva?).
Me explico: hoy en día, cuando contamos con montones de medios de comunicación, elegimos aquel cuyas tendencias políticas nos resultan más afines, en lugar de querer tener una visión más amplia para poder si acaso, cultivar ideas propias en nuestra poco arada materia gris. ¿Cómo sabemos entonces que no somos la marioneta de cualesquier listillo? Simplemente no lo sabemos, pero somos felizmente ignorantes en lugar de tener que gastar neuronas preciosas.
Y es que el seguir ideas pautadas tiene sus ventajas: a nosotros, las marionetas, nos hace sentir que formamos parte de un grupo, siempre unido frente a adversarios y a los titiriteros, les da poder. Si es que todos salimos ganando.
Así pues aquel que dijo: "la verdad os hará libres", debió cambiar "verdad" por "ignorancia consentida".
Una pena es lo que deben sentir nuestros ancestros: ellos no tenían opciones y nosotros las desaprovechamos.